miércoles, 27 de febrero de 2013

LEYENDO: DEGENERACIÓN (DAVID PARDO)

Título: Degeneración
Autor: David Pardo
Número de páginas: 54
Formato: Digital

Lo puedes comprar AQUÍ

SINOPSIS
Desde su casa en un pequeño pueblo de Valencia, un padre de familia ve por televisión los extraños sucesos que ocurren en las calles de Madrid durante una manifestación: los asistentes a la protesta han enloquecido y se atacan entre ellos con extrema violencia. A partir de ese momento su vida cambiará por completo.

MI OPINIÓN
Es increíble ver cómo la tecnología provoca todo tipo de cambios en nuestras vidas, especialmente en el campo del ocio. Hace unos años empezó el cambio de soportes físicos por lo digital, primero la música y el cine, y para regocijo de los que leemos mucho, está pegando fuerte el tema de los libros electrónicos. Precisamente ésto nos permite conocer autores que de otra forma no podríamos, y adquirir sus obras a un precio muy inferior al del libro en papel; o incluso hay escritores que tienen la oportunidad de sacar al mercado sus obras directamente en digital, lo que es toda una posibilidad para ellos.
Últimamente hay toda una serie de nuevos talentos que pululan por las redes sociales, y que sin duda apuntan muy buenas maneras y atesoran gran calidad
Degeneración es uno de esos casos, escrito por un joven autor valenciano llamado David Pardo. Pardo nos brinda una novela cortita, o un relato extenso, como lo queramos llamar, ambientado en el ya manido universo zombie; no obstante resulta una lectura agradable pese a estar colmada de tópicos y clichés del género.
El peso del argumento cae sobre un padre de familia que trata de cuidar a su mujer y su hijo a toda costa en un mundo devastado por los muertos vivientes. No se sabe de dónde han salido, ni cómo, ni porqué, lo único que se puede asegurar es que están hambrientos. Cuando la cosa se pone fea hay dos opciones: salir por piernas o luchar, y el padre de familia de ésta historia opta por lo segundo. Se atrinchera en su hogar, acondiciona su jardín como un huerto y fortifica las entradas para estar a salvo. Y como siempre sucede, todo parece ir funcionando hasta que se por azares del destino la cosa se tuerce irremediablemente, cambiando la naturaleza de nuestro protagonista como nunca podríamos imaginar. Realmente se hace complejo tratar de comentar un poco el argumento sin soltar algún spoiler por el medio, máxime en una narración de tan sólo 54 páginas.

Lo primero que se me venía a la mente mientras buceaba entre las letras era George Romero con sus films, zombies lentos que caminan como si tuvieran plomo en los zapatos y están como telón de fondo para una obra en la que el ser humano es una amenaza muchísimo mayor que los podridos. Degeneración también hace gala de una marcada crítica social y una visión muy especial de la línea que separa la cordura de la locura, todo relatado con sorprendente maestría en tan poco espacio. Puedes ser una persona aparentemente normal y mentalmente sana, pero a la que te salgas un poco de la senda de la lucidez... estás jodido, cuesta abajo y sin frenos. Maravilloso.
También merece ser comentado el estilo narrativo, con un especial énfasis en momentos y situaciones gore que David nos relata sin cortarse lo más mínimo en recrear todo tipo de mutilaciones, desmembramientos, violencia, agonía... directo al grano y sin miramientos, acción desde la primera página.
La única pega que encuentro es la corta duración, personalmente hubiera disfrutado degustando una historia con unas cuantas páginas más que ahondara un tanto más profundamente en el argumento. En conclusión final, Degeneración es una genial novela que espero abra las puertas a su autor a continuar escribiendo y ofrecernos más libros. Si te gusta la literatura de terror, los zombies más clásicos y las atmósferas opresivas, ésta es una opción altamente recomendada. Lo podéis encontrar en amazon por menos de un euro, así que no tenéis excusa para no haceros con él.
Muy a tener en cuenta la fantástica portada hecha por Juan Antonio Abad, joven y talentoso artista al que no debemos perder de vista.

lunes, 25 de febrero de 2013

DE CINE: LEVIATHAN, EL DEMONIO DEL ABISMO

Año: 1989
País: USA
Duración: 98 min
Director: George Pan Cosmatos

Ficha completa AQUÍ

ARGUMENTO
Copia de “Alien” pero ambientada en un buque soviético hundido, con mineros submarinos en lugar de astronautas y el monstruo resultante de un experimento genético fallido en lugar de un extraterrestre. Sin poder salir a la superficie, los mineros deberán sobrevivir y buscar la forma de acabar con un monstruo sediento de sangre.

COMENTARIO
Cierto es que la sinopsis no deja mucho lugar a la imaginación y prácticamente te cuenta más de lo que necesitas saber. Vale. Y más cierto es que en mis análisis hago “spoilers” y destripo lo que quiero y me da la gana, de acuerdo. Entonces, querido lector, si buscas reviews sin spoilers mejor será que te vayas a otro sitio, porque lo que hago aquí es comentar películas con toda la honestidad que puedo, sin pelos en la lengua y sin buscar contentar a nadie.
El objeto de crítica de hoy es “Leviathan, el demonio del abismo”, una película de finales de los ‘80 ambientada en lo más profundo del océano, género que bebe directamente del fenómeno alien y que guarda toda una serie de paralelismos con el mismo: sensación de claustrofobia total, tensión entre tripulantes o trabajadores y un monstruo en su hábitat natural que se va paseando con total libertad a lo largo y ancho de las instalaciones.

Leviathan no es nada original en sus intenciones, no señor. Por la misma época se estrenaron varios films de similar temática como “Profundidad seis” e incluso “La Grieta”, película casposilla y chapucera del inexplicablemente añorado director nacional Juan Piquer Simón, personaje singular que co-producía cintas con USA realizando sin pudor exploits de todo lo que molaba en ese momento. No voy a entrar en cual fue la primera que sentó las bases de los terrores submarinos, hay varios estrenos en el mismo año y es un tema complicado, lo que sí comentaré que “Abyss” de James Cameron es sin duda la mejor, todo un clásico de la ciencia ficción que se mea en la boca de las demás producciones.
Leviathan es una cinta curiosa que porta en sus fallos su mayor virtud: película con buen presupuesto, que termina pareciéndose a una serie B bastante divertida y entretenida. Tiene un gran reparto compuesto de muchas caras conocidas del cine de la época, podemos ver a Peter Weller, Amanda Pays (Expediente X, Trans-Gens), Daniel Stern (el ladrón grandote de Sólo en casa) o Ernie Hudson (el tontico de La mano que mece la cuna).
La principal baza es la primera mitad del metraje, con una tensión bien construida mediante un gran pulso narrativo, aunque a partir de ahí la movida se va torciendo notablemente hasta deslucir el conjunto final, aún así pienso que no merece la mala fama que atesora y la encuentro muy infravalorada. Si bien es una verdad como un templo que se fusila sin piedad guiones como “Alien”, “Abyss” o “La cosa”, y que podría haberse explotado más todo el equipo técnico y artístico, Leviathan es una película que consigue lo que muchas otras apenas rozan: Entretener.
Una acción que transcurre en un inhóspito y abisal lecho marino, a cinco kilómetros de profundidad. Allí se encuentran unos trabajadores de una empresa minera, dedicándose a la extracción de plata y otros metales preciosos. Sobra decir que la ambientación del entorno es fantástica, el diseño de los trajes acuáticos y los diversos gadgets mecánicos es digno de mención. No en vano, al mando de los efectos especiales estaba el genio Stan Winston, que tampoco tenía mucha vergüenza en auto-copiarse un poquito.
Sixpack, uno de los mineros, en un error de comunicación, acaba topándose con un antiguo barco hundido (soviético... cómo no) y saca de su interior una caja fuerte que contiene gran cantidad de cachivaches interesantes, aunque lo más valioso para los currelas es... el alcohol.
Se acaba filtrando una petaca de lo que a priori parece el néctar más preciado de los marineros rusos, el vodka, pero realmente es un líquido fruto de unos experimentos que hará sufrir horribles mutaciones a todo aquel que ose tomar un pequeño trago.
A partir de ahí... muerte, destrucción y un monstruito tocando los cojones, buscando a quien merendarse. Como comentaba anteriormente, la influencia (por llamarlo así) de Alien es evidente: gente asediada en un lugar cerrado, por un bicho que se infiltra e infecta el entorno y cuyo modus operandi es reventar al personal de dentro hacia afuera. No nos podemos olvidar de “La cosa” por el desarrollo del aspecto del monstruo, multiforme y crece a partir de trozos cercenados de otros cuerpos. Y por último, tiburón, con un final en la superficie marina que cuasi copia el de la peli de Spielberg, con la frasecita “Di aaaaaaa” incluída.
Ciertamente, a mí me resulta complicado aburrirme con semejante refrito de éxitos atemporales. Como película funciona bastante bien, no creo necesario decir mucho más.
Resaltando una anécdota curiosa, y ya para acabar las similitudes, la nave de “Alien” iba a llamarse Leviathan, aunque finalmente los productores consideraron que quedaba mejor “Nostromo”. Curioso, ¿No creéis?

NOTA 6,5/10

domingo, 24 de febrero de 2013

DE CINE: NEON MANIACS

Año: 1985
País: USA
Duración: 91 min
Director: Joseph Mangine

Ficha completa AQUÍ

ARGUMENTO
Un montón de mutantes sobrehumanos armados con todo tipo de armas siembra el caos en la ciudad provocando todo tipo de matanzas y asesinatos.

COMENTARIO
¿Qué se esconde bajo un título tan extraño y descolocador como “Neon Maniacs”? Confieso que es una cinta que se me escapaba, ni siquiera me sonaba el título ni el argumento, jamás había oído hablar de ella. Hace unos días la ví en el blog de HORRORFANATICO (www.horrorfanatico.blogspot.com) y me llamó mucho la atención; los que me conocéis sabéis que no le tengo miedo a nada, así que aquí os traigo mi humilde punto de vista.
Lo primero que tengo que mencionar es que una película así sólo se pudo crear en la década de los ‘80, cuando los directores con cuatro duros filmaban sin vergüenza ni complejos cualquier idea que les rondara la cabeza y les pareciera medianamente potable, con el único objetivo de entretener a todo aquel que tuviera las pelotas de dejarse unas pesetillas en el alquiler.
Y eso es lo que pasa con Neon Maniacs, cumple su premisa de divertir al espectador, aunque se queda exclusivamente en eso. Si no ha pasado a la memoria colectiva, por algo será...

La peli nos cuenta cómo una especie de mutantes toman las calles de San Francisco por las noches, dedicándose a matar al personal. Son un conjunto de seres en extremo peculiares, una suerte de Village People mutantes: un troglodita, un samurai, un indio, un cirujano un militar, un motorista... hay hasta un androide que maneja cargas eléctricas, señores. Pero lo mejor sin duda son dos seres que se dedican a recoger con unos ganchos los cadáveres que los demás van diseminando por la ciudad.
El personaje de Natalie es el que conduce mayoritariamente la trama, y se trata de una rubia virginal que hace un poco honor a aquel tópico de “las rubias son tontas” que, pese a sus pocas luces, ha conseguido sobrevivir a un ataque de los maníacos del neón al completo. Nadie la cree, ni amigos ni policía, cuando comenta la historia de los seres que se han cargado a todos sus amigos y encima se han llevado los cuerpos.
El equipo de mutantes además parece tener un sexto sentido para saber dónde se encuentra Natalie en todo momento y darle caza, hecho que hará que la ataquen en el metro de San Francisco (completamente vacío, por cierto) y luego en la fiesta de un instituto, momento Carrie total, mientras tiene lugar una batalla de bandas entre unos poperos y un grupo de metal de peluquería.
Pues... esta Neon Maniacs no hay por dónde cogerla, realmente. El inicio de la cinta lo narra una voz en off en inglés, pese a que luego la película está íntegramente en castellano. Del plantel de asesinos mutantes no llegaremos a saber nada, ni quienes son, ni por qué matan, ni de dónde vienen... por no hablar de cómo mueren, hecho que no revelaré, pero llega a ser bastante ridículo. Aquí se mean sobre la palabra argumento, la apalean y la entierran. Todo apunta a que se trataba de la primera parte de una saga que nunca llegó a ser rodada, porque si no, no me explico como nos dejan con tan poca información.
Poquito gore, actuaciones cutronas, pocos sobresaltos y no muy bien dirigida, pero apta para todos los que busquéis algo de caspa ochentera que represente lo desvergonzado que era el género en la época.
Sírvase acompañada de cerveza bien fría y cigarrillos de la risa.

NOTA 5/10

miércoles, 20 de febrero de 2013

DE CINE: PREMUTOS (PREMUTOS, DER GEFALLENE ENGEL, OLAF ITTENBACH 1997)

Año: 1997
País: Alemania
Duración: 110 min
Director: Olaf Ittenbach

Ficha completa AQUÍ

ARGUMENTO
India, 1231 aC. Unos guerreros indios se enfrentan con unas criaturas extrañas. En medio de esta batalla aparece de entre los muertos Premutos, un anti-Dios. El presente: Mathias es el hijo de una familia muy particular: un padre fetichista y una hermana con gustos sexuales peculiares. Él hace tiempo que sufre visiones en las que se desplaza a diferentes épocas y escenarios, y pronto descubrirá que él es el escogido, el hijo de Premutos. Cuando está en trance, Mathias se transforma en diversas criaturas monstruosas.

COMENTARIO
“Has bajado del cielo, resplandeciente hijo de la Aurora...
Estás tendido en el suelo...Tú, vencedor de los pueblos...
Lucifer no fué el primer ángel caído,
Jonás sufrió mucho antes el mismo destino,
y con anterioridad fue Premutos quien tuvo que separarse del lado de dios...
Premutos fué el más viejo de su estirpe, el soberano de la vida y la muerte
Reencarnado regresará a la tierra...
Para sembrar la enfermedad, el odio, la muerte y el pecado”


Premutos es otra de las películas que llevo queriendo comentar desde que arranqué con el blog, es una de las imprescindibles del género marginal denominado ultragore alemán y que en una bitácora enfermiza como la mía no puede faltar. Se trata de la primera película de Olaf Ittenbach salida para cine, donde se aprecia un mayor presupuesto, mejores condiciones y en general más experiencia que en sus dos anteriores trabajos, The burning moon y Black past. Pero ojo, no por esto último la peli es una maravilla, yo diría más bien lo contrario, Premutos está llena de fallos por todas partes, un guión irregular e inconexo y actuaciones más malas que pegarle a un padre con un calcetín “sudao”; marca de la casa de éste singular director.
Dicho de otro modo, que la peli de marras cuente con más presupuesto que la inmensa mayoría de cintas del género no la exime, para nada, de ser horrorosamente cutre. Otra cosa es que os pase como a mí, y adoréis todo el cutrerío que destila, ahí ya os puedo asegurar que no tenéis remedio y sólo podéis ir a peor, palabra.

El mayor problema que puedo apreciar en Premutos es la falta de un argumento sólido. La he visto unas cuantas veces y siempre encuentro los mismos fallos narrativos, que de tanto querer hacer una experiencia onírica finalmente se consigue enturbiar el conjunto y despistar al buen espectador, que no sabe muy bien lo que está pasando (aunque tampoco importe mucho).
A la India de 1231 aC nos moveremos después de pulsar el botón de play, donde veremos como el anti-dios Premutos vuelve a la vida para escamochar todo lo que pille por delante y sembrar el caos, la destrucción, la muerte, la enfermedad, el reggaetón y todas esas cosas propias de anti-dioses de aquellos años. Una batalla campal, litros de sangre por aquí, amputaciones por allá, cabezas rodando como pelotas de fútbol... pero parece ser que no era el momento más adecuado para liarla parda, así que el resurgimiento resulta ser un gatillazo de padre y muy señor mío, y “Premu” tendrá que esperar otra ocasión para poder esparcir su maldad.
Lo siguiente que veremos será otro flashback, y esta vez en la Alemania de los años 40; mientras la WWII se desarrollaba en todo su apogeo, un singular campesino llamado Rudolf intenta desesperadamente tomar el legado de Premutos para conseguir una fórmula que permita a su amada esposa (o hija, porque en tamaño estado de descomposición poco se puede apreciar la edad) volver a caminar junto a los vivos. Nuevamente, funestos resultados en la empresa, más muerte, más vísceras e higadillos y mucho, mucho gore. Al pobre de Premutos le estaba costando lo suyo dejarse caer por nuestro mundo...
Ya en el año 1997, un señor, Walter, desentierra un fardo de su jardín mientras se disponía a plantar un pino. No, malpensados, cuando digo plantar un pino me refiero a un Pinus Sylvestris, no a soltar un truño entre los rosales.
El fardo en cuestión contiene un libro antiguo y unas botellitas de un líquido amarillo y viscoso, que Mathias, hijo de Walter, empieza a curiosear sin saber las consecuencias que aquello traerá consigo. El libro cuenta la historia, como no podía ser de otra forma, de Premutos, y el potingue amarillento son restos de los experimentos de Rudolf, aquel campesino grillado muerto en extrañas circunstancias. Accidentalmente, a Mathias se le derrama algo del extraño ungüento sobre el nardo, lo que hace que al fin el anti-dios pueda asomarse al fin a nuestro plano existencial para condenar el mundo a una inminente destrucción.
Así pues, comenzarán a aparecer toda suerte de zombies creciendo en número exponencialmente y sin control y lo primero que se me viene a la mente es Romero con su “Night of the living dead”.
Analizando la peli con detenimiento, vale la pena pararse a diseccionar el cuadro de la familia protagonista. Tenemos a Mathias, el joven en que se reencarna Premutos, que sufre visiones cuando se queda inconsciente, y dichos “viajes” lo transportan a diversas épocas y escenarios que nada tienen que ver con la trama principal. También circulan en el núcleo familiar una madre florero que no aporta nada, y una hermana, más fea que una mierda, con tendencias sexuales sadomasoquistas. Pero el mejor sin duda es Walter, el cabeza de familia, que es todo un flipado de la vida militar y las armas e inclusive a su torpe hijo lo denomina “soldado”.
Personalmente, si yo me hubiera visto en la situación de Ittenbach, habría otorgado más importancia al papel de Walter, inclinando un poco más el peso del argumento en su dirección. Principalmente le habría concedido más frases y comentarios graciosos, porque el personaje daba mucho juego y se le explota muy poco. Mítico su comentario de “A mí no me jodéis  la fiesta, aunque sea una mierda”, o aquel otro sobre los zombies “Asquerosos melenudos, gentuza sin trabajo, ni disciplina, ni orden...”. Joder, si al final de la peli se puede ver que guarda entre su colección de armas... ¡Un tanque!.  Podíamos haber hablado de una especie de Lionel de Braindead o Ash de Evil Dead en versión alemana, aunque como comentaba antes se queda a medio camino de la excelencia. Una lástima.
También me parece reseñable la historia de amor entre Tanja y Hugo, él subyugado por su horrible y anodina esposa y ella hace el papel de “guapa”, que en realidad no lo es tanto. Joder, no me explico como todos los que salen en esta película son tan jodidamente horrendos. Vale que servidor no es un adonis, pero coño, no se si serán los alemanes en general, pero vaya gente más fea y horrenda aparece en ésta película; no se salva ni uno. Si además supieran actuar sería perfecto, pero a la fealdad del reparto se suman unas nulas dotes interpretativas que oscilan hacia la sobreactuación, y que pueden conseguir dos efectos tan antagónicos como dispares: o te partes la polla más que con cualquier comedia que hayas visto en tu vida, o aborreces este film para siempre. No existen medias tintas.
Los FX a mí se me antojan brutales, como marcan los cánones de semejante subgénero infecto. Todo artesanal, gore y sangre a espuertas aderezado con un singular sentido del humor que resulta una delicia para los sentidos. Ittenbach no se corta un duro en presentar todo tipo de muertes truculentas y variopintas, llega un momento en el que puede hasta a llegar excesivo. No obstante, Premutos ostenta uno de los mayores bodycounts de la historia del cine: nada más y nada menos que 139 muertes son las que podremos ver en pantalla. Haciendo un cálculo rápido, tenemos un metraje que dura alrededor de 110 minutos, lo que ya de por sí es un huevo para una película de tales características; así que se nos queda una media de... ¡ 1,2 muertes por minuto! teniendo en cuenta que a la mitad, el film se vuelve lento, para resurgir cual ave fénix en los compases finales, podemos decir que el clímax es toda una orgía de destrucción, muerte, mala hostia y descojono asegurado... ¿Quién da más?.
Después de ésto, Olaf Ittenbach dejó un poco de lado sus orígenes y se ha mantenido alejado del gore más extremo, arrastrándose por producciones nada remarcables. Por suerte, nos dejó ésta, su ópera magna, para gusto y disfrute de los fans de lo más casposo, enfermizo y cutre.
No está de más que le echéis un vistazo, sobre todo si no la conocéis, y si sois seguidores del cine de Schaas o Buttgereit, puedo asegurar que no os defraudará en absoluto.

NOTA: 8/10

martes, 19 de febrero de 2013

DE CINE: LOS WILLIES (THE WILLIES, 1990)


Año: 1990
País: USA
Duración: 92 min
Director: Brian Peck

Ficha completa AQUÍ

ARGUMENTO
Un grupo de jóvenes de acampada decide pasar un rato al aire libre contando historias,cada uno de ellos intentara asustar a sus amigos con historias lo mas sangrientas posible.
COMENTARIO
Hoy la cosa va de nostalgia. Hace unos días me dispuse ha hacer memoria y anotar todas las pelis que pudiera recordar haber visto y encajaran en la temática del blog. Así dí con “Los Willies”, entre muchas otras, film que tuve ocasión de ver cuando era canijo en Canal +, con aquel aparato negro y la llave blanca para decodificar la imagen ¿Os acordáis?
Los Willies es una producción modesta tirando a cutre, que vista dos décadas después de su aparición no proporciona nada más allá de bostezos y alguna risita ocasional. De Brian Peck, su director, poco se puede hablar ya que no ha hecho más trabajos, y de todo el reparto sólo me suena Sean Astin, quien 5 años antes hiciera “Los Goonies” y ha alcanzado fama mundial en su papel de Sam en el Señor de los anillos.

El .argumento consiste en unos chavales que pasan la noche en una tienda de campaña contando historias de terror, como veréis todo un despliegue de originalidad. Se puede apreciar una influencia de Creepshow por el amago de estética cómic, pero en el fondo el tufo a telefilm me trae a la mente los capítulos de aquella serie llamada “Historias de medianoche” o incluso las “Pesadillas” de R. L. Stine, aunque con algo más de mala leche.
La primera historia que se nos cuenta trata sobre un chaval que sufre acoso escolar y el único apoyo con el que parece contar es el conserje del colegio, que entre escobas, mopa y cristasol le da buenos consejos para sobrellevar el día a día frente a sus acosadores.
El buen chico se encuentra un día en los servicios a un monstruo (penosamente hecho, por cierto) que se cargará a los matones que le hacen la vida imposible y de paso a la hijaputa de su profesora, una especie de vengador de los débiles.
Cuento aburrido, con FX pésimos y actuaciones del montón del que no hay nada reseñable.
El segundo relato carga el peso de la trama sobre un chico un pelín especial. Es el típico gordito asocial y sin amigos, que no va a los bailes del instituto y que tiene a sus padres preocupados por su extraña afición: está obsesionado con las moscas. Lejos de ser una afición, tiene todo un criadero montado en el sótano de casa donde las analiza, juega con ellas y las estudia. Incluso les tiene construido una especie de bar en miniatura, con taburetes diminutos donde puedan descansar las durezas de un día de alimentarse de excrementos.

Pero no os vayáis a pensar que el protagonista de este segundo segmento es un pobre chaval, qué va, es todo un hijo de puta que hasta llega a elaborar galletas con larvas incrustadas a modo de pepitas de chocolate, para dárselas a probar a las compañeras de clase. Lo de ligar no se le daba muy bien al mozo, parece ser...
El tema está que además de las moscas, tiene una fuerte tendencia a la cleptomanía, en especial a robar un poderoso fertilizante de un conocido granjero de la zona,  para ofrecérselo a sus peculiares mascotas. Pero el granjero un buen día decide regalarle un bote de su producto, aderezado con unas gotas de un ingrediente secreto que hace crecer verduras y hortalizas desmesuradamente, y que con las moscas funcionará de igual modo, poniendo al gordinflas en algún que otro apuro.
Pues bueno, llegando al final y resumiendo, “Los Willies” es algo que yo recordaba de otra forma y tenía que haber dejado ahí para no decepcionarme, porque lo cierto es que no vale mucho. Aburrida, soporífera, sin ritmo, mal dirigida y extremadamente infantil, está en mi blog porque tiene que estar, pero no la recomiendo.

NOTA 2/10

sábado, 16 de febrero de 2013

THE BURNING MOON (OLAF ITTENBACH, 1992)

 
Año: 1992
País: Alemania
Duración: 86 min
Director: Olaf Ittenbach

Ficha completa AQUÍ

ARGUMENTO
Dos cuentos con profusión de efectos gore y demás truculencias propias del cine alemán underground: 1) Un psicótico aterroriza a una chica y a su familia. 2) Un sacerdote es también un peligroso asesino en serie que viola y asesina en pos de salvar almas.

COMENTARIO
Pura controversia contiene el objeto de nuestro análisis de hoy. Polémica y censurada por todas partes, aunque sobre todo en su país de origen, The Burning Moon constituye todo un símbolo para la libertad de expresión y creación artística, y guarda una interesante y truculenta historia detrás.
Pero como siempre, no puedo comentarla sin antes echar la vista atrás y recordar aquella época en que conseguir bizarradas era toda una hazaña. Ahora tenemos google y podemos teclear “cine gore” cuando queramos, y desde ahí acceder a todo un mundo de sobreinformación, pero antes solo nos quedaban las publicaciones underground hechas por y para enfermos o los videoclubs, espacios condenados a la extinción y que eran todo un santuario y punto de encuentro para los frikis de la hemoglobina y los productos aparecidos directamente en video.

Fue en el videoclub de mi barrio, precisamente, donde me encontré con ésta peli en una de mis expediciones cinéfagas buscando abastecerme de bazofia para todo el fin de semana. Me asaltó la duda en el momento en que vi un plástico negro que cubría toda la carátula, y encima impresas dos palabras que llamaron mi atención muchísimo: portada censurada.
Automáticamente fuí en la búsqueda del encargado a preguntarle por aquello. ¿Portada censurada? ¡Aquello tenía que ser brutal! Joder, si tenían toda la sección de porno al descubierto, donde uno podía ver una simpática y pizpireta asiática introducirse dos manubrios por el ano, o a una guapa rubia saboreando cantidades ingentes de esperma... para censurar aquello, es porque por fuerza tenía que ser burrísimo.
- Está censurada porque es lo más bestia que se ha hecho en el cine- me dijo el currela del establecimiento. -Incluso el director ha pisado talego por haber hecho la peli...
Sin duda, el jodío cabrón sabía como picarme la curiosidad y crearme expectación, porque enseguida estaba intentando llevármela, pero el tío no me dejaba. Quise convencerle diciéndole que ya había visto Braindead y que estaba “preparado” para lo que fuera... pero nada, se escudaba en que era menor y se podía meter en un lío si me la alquilaba.
Ese día no me la llevé, ni al finde siguiente, ni al mes siguiente... no se si de tanto insistir se acabó cansando, el que la sigue la consigue (o la persigue, más bien) pero lo cierto es que finalmente lo convencí. Todavía recuerdo que la alquilé junto a “Noche de miedo” y “Halloween III” y pasé toda la noche del viernes encerrado en el salón viendo una tras otra... ¡Qué tiempos!
Lo cierto es que la portada me decepcionó muchísimo. Una calavera a la que salían llamas por las cuencas oculares... ¿Y pa esto tanto cachondeo? pues como la peli fuera igual, menudo chasco que me iba a llevar. No nos engañemos, la peli es cutrona, pero desde luego indiferente no me quedé.
Primero de todo, hagamos un repaso a The burning moon y sus circunstancias. Olaf Ittenbach, tres años antes dirigió “Black Past”, un film modestísimo que contó con gran aceptación tanto de crítica como de público. Vamos, que a los cuatro frikis que tenían un fanzine y les molaba el rollo les gustó la cosa, y Olaf acabó recuperando una cantidad que multiplicaba por ocho lo que había invertido en hacer esa cinta.
Ya en 1992 y con 18000 euros de presupuesto, se embarcó en la creación de The burning moon, que a la postre sería considerada como la película más prohibida del género gore y el film independiente más vendido en Japón entre 1993 y 1994. Ittenbach tuvo que pagar una fuerte multa al estado alemán, según las autoridades teutonas por difamar a la iglesia católica de aquel país y fomentar la violencia. Nunca he oído nada al respecto de aquello que me comentó el del videoclub, que el director estuvo en chirona, pero tampoco me extrañaría; llegaron a retirar copias en un montón de países. Finalmente tuvo que estrenarse con clasificación X, dejando al vapuleado director prácticamente en la ruina... y olé sus cojones, porque pese a todos los contratiempos terminó sacando el proyecto hacia adelante.
Recientemente la he vuelto a ver, por aquello de tenerla un poco más fresca para hacer la review, y me ha servido para sacar unas cuantas conclusiones nuevas y reafirmar otras: no es la peli más bestia del denominado ultragore alemán, es deficiente en muchísimos aspectos, pero tiene una serie de cualidades que impactan bastante.

Olaf Ittenbach, haciendo apología de la filosofía Juan Palomo, también actúa en la cinta haciendo el papel de Peter. Interpreta a un chaval problemático, pandillero y heroinómano, al que sus padres dejan al cuidado de su hermanita pequeña. Ya desde el principio podemos constatar la absurdez del guión, yo no dejaría a semejante pájaro al cuidado de una niña; aunque obviemos un fallo así... tengamos presente de que esto es puro underground.
Peter se mete un chute de caballo del copón, y con los ojos como puntas de alfiler se prepara para contar a la cría dos historias muy “apropiadas” para que ésta concilie el sueño de forma tranquila, segura y feliz.
“El amor de Julia” es el primer cuento que relata, y trata sobre un psicópata que escapa del centro donde se encuentra recluido y deja todo un reguero de cadáveres a su paso. En mitad de su particular cruzada, conoce a Julia, una jovencita alegre de la que se “enamora” y la lleva a cenar. La cita transcurre sin contratiempos de ningún tipo, todo es perfecto, maravilloso... hasta que suben al coche y el psicótico se da cuenta de que se ha quedado sin tabaco.
Mientras va a por cigarrillos, a la buena de Julia le da por conectar la radio del vehículo y en ese momento (puta casualidad) escucha una descripción del asesino que anda suelto, acompañada de la matrícula del coche que conduce.
Julia se apea, comprueba que los dígitos de la placa coinciden con los que ha escuchado en las noticias y sale corriendo como alma que lleva el diablo, tratando alejarse lo más posible de aquel puto engendro asqueroso. Pero la muy tonta del culo se ha dejado un objeto bastante comprometedor en el asiento, ni más ni menos que la cartera con toda su documentación.
Así que allá se presentará el simpático jovenzuelo, dolido por la espantada de la moza, y con intenciones de perpetrar una venganza que sirva como correctivo frente a los malos modales de Julia.
El resto, os lo podéis imaginar; cabezas cercenadas, dedos amputados, puñaladas, gargantas seccionadas... todo un festín de gore cutre de la más baja estofa, un abuso de litros de sangre falsa y vísceras de charcutería.
   
La segunda historia se llama “La pureza” y nos conduce a la Alemania de finales de los años cincuenta, donde un cura majísimo se dedica a violar jovencitas y posteriormente sacrificarlas en honor a Satán. En el lugar de los hechos, un pequeño pueblecito, los lugareños tienen la mirada puesta sobre el tontico del pueblo, al que finalmente acaban cargándose por creerle culpable de los crímenes.
En éste segmento de la película hay toda una sátira bestial a la iglesia,  conjugado con un gore aún más cafre que en el anterior, y una particular visión del infierno donde se parte a la gente por la mitad, se sacan órganos vitales con sacacorchos gigantes y hasta se atraviesan dientes con un taladro. De toda esta historia, yo destacaría el demonio chungo con los clavos en el ojo y al cura embadurnado en sangre, frotándola y extendiéndola con deleite por su cuerpo mientras profiere un “Ahhhh” de puro placer que, sumado a la calidad del doblaje, puede haceros saltar las lágrimas de risa.
The burning moon es extremadamente sádica y enfermiza, con planos mal hechos, FX que van desde lo cutrísimo hasta lo curradísimo (se puede oír el compresor que dispara la sangre en las escenas donde hay tiros, por ejemplo) y con unas actuaciones que lejos de ser regulares o sobreactuadas, van más allá todavía porque son completamente amateur.
Desde luego, yo establezco el baremo crítico desde el punto de la casquería, porque si intentamos adoptar un prisma focalizado en la calidad técnica, no se sostiene por ningún ángulo. Ittenbach forma, junto con Schaas y Buttgereit la santísima trinidad del ultragore alemán, y si gustas del género, The Burning Moon es un clásico del rollo, algo que no te puedes perder.


NOTA 7/10

viernes, 15 de febrero de 2013

DE CINE: PESADILLAS (NIGHTMARES, 1983)

Año: 1983
País: USA
Duración: 99 min
Director: Joseph Sargent

Ficha completa AQUÍ

ARGUMENTO
Película dividida en cuatro historias:

1) "TERROR IN TOPANGA" ("Terror en Topanga"): una mujer sale de su casa por la noche para comprar cigarrillos, sin saber que fuera hay un peligroso asesino.

2) "THE BISHOP OF BATTLE" ("El Amo de la Batalla"): un joven (Emilio Estévez) se obsesiona hasta tal punto con un videojuego llamado El Amo de la Batalla, que una noche llega a forzar la puerta del local de juegos para poder jugarlo solo.

3) "THE BENEDICTION" ("La Bendición"): un cura (Lance Henriksen) que pierde la fe y abandona el sacerdocio, se ve perseguido, mientras conduce su coche, por una camioneta misteriosa.

4) "NIGHT OF THE RAT" ("La Noche de la Rata"): para librarse de una rata, una familia pone una trampa, pero el problema persiste. (FILMAFFINITY)


COMENTARIO
Incansables amigos y lectores de este vuestro cutre blog, bienvenidos una vez más a mi cloaca particular. Sé que venís buscando bizarradas con avidez ¿Y quién soy yo para negaos nada? Como me considero todo corazón, sigo con mi cruzada particular de ver películas y leer libros para destrozarlos después bajo vuestra atenta mirada, a veces cosas buenas y en otras ocasiones absolutos desastres, pero siempre tratando de dar una valoración lo más objetiva posible. Esto último que sepáis que es mentira, de imparcialidad nada, critico como me sale de las pelotas y al que no le mole...carretera, que se hace tarde.
A rebufo de Creepshow se pusieron de moda las películas que aglutinaban una serie de historias, y apenas un año más tarde del estreno del film de George Romero, Joseph Sargent aterrizaba en el mercado con “Pesadillas”. Compuesta por cuatro cuentos independientes que nada tienen que ver entre sí, Pesadillas es un producto completamente recomendado para fans de los ‘80s, no tanto por su calidad pero sí por su estética y ambientaciones.
Las historias por separado son efectivas y muy entretenidas, pese a ser en gran medida previsibles, se echa quizás de menos algo más de sangre y mala hostia en general. Lo que más me desconcierta es que a diferencia de otros films de similar temática, no hay una historia que haga de nexo de unión entre las demás, y esto otorga la impresión de estar viendo cuatro capítulos de “Historias de la Cripta” del tirón, uno tras otro.
Vamos a desarmar la trama, a ver que se nos ofrece:
     

TERROR EN TOPANGA es el primer corte de toda la película, de una duración bastante moderada. Es un cruce entre slasher y road movie, que hasta tiene implícita la moraleja de que fumar mata. Estos americanos como son, fumar es malo, pero tener siete bazookas en el sótano y vivir acojonado es lo normal en su sociedad...
Aquí veremos como una mujer adicta a la nicotina sale de noche a comprar tabaco, desoyendo las advertencias de su esposo. Resulta que hay un loco asesino pululando por los alrededores de la ciudad, ya ha matado a un policía y de momento no han podido detenerlo.
La buena señora decide que eso no le va a impedir degustar sus deliciosos bastoncillos incandescentes, y se lanza con su coche en busca de alguna tienda que permanezca abierta a esas horas de la noche.
Pero lo que no sabe es que el psicópata de los cojones se cruzará en su camino y le dará un buen susto, acojonándola de por vida e incluso impulsándola a dejar el tabaco.
Buena historia, con un final que se ve venir si eres un poco espabilado, no obstante disfrutable.
  

En THE BISHOP OF BATTLE tenemos toda una sorpresa en el reparto, encontrándonos nada más y nada menos que a Emilio Estévez dando sus primeros pasitos en el mundo del cine. Al hijo de Martin Sheen le acompaña Billy Jacoby, jovencito con gafas que más tarde alcanzaría gran reconocimiento en el mundo de la comedia.
Estévez encarna a J.J., un adolescente que está obsesionado con una máquina recreativa y hace todo lo posible para poder jugar. Desde apostar, engañar a sus padres y discutir con su mejor amigo, todo vale para poder echar monedas al videojuego que le tiene absorbida la mente.
Una noche, llega a forzar la entrada del salón recreativo para poder jugar, y finalmente consigue acabar todos los niveles de dificultad... pero a un precio muy alto. Personalmente es el segmento de la peli que más me gusta, y lo encuentro toda una crítica al modelo social juvenil americano que imperaba por entonces. Buenas actuaciones y efectos especiales de la época, no os lo podéis perder. 
 

THE BENEDICTION nos habla de un cura al que su fe ha abandonado por completo, y decide alejarse de su parroquia sin un rumbo fijo, para poder dejar atrás todo lo relacionado con el sacerdocio. En mitad de su viaje es asaltado por una extraña camioneta negra, con las lunas tintadas, que tratará de borrarlo del mapa por todos los medios.
El conductor nunca se deja ver, aunque se puede apreciar una cruz invertida colgando de un retrovisor, así que se le puede identificar como una especie de Satanás que ha salido del infierno para cargarse al cureta a toda costa.
Sin duda, a mí me apesta demasiado a “El diablo sobre ruedas” en todos los sentidos y no tiene nada que me sorprenda; aquí el conjunto empieza a flojear pero aun así se deja ver.           
NIGHT OF THE RAT es una historia que como su nombre indica, habla de una rata. Una casa normal y corriente que tiene problemas con los roedores, y al principio el padre de familia intenta exterminarlos con cepos y toda clase de trampas sin mucho éxito.
El grueso del problema es que no se trata de una legión de ratas, más concretamente es sólo una, pero más grande que King África después de una crisis alérgica. En esta ocasión el paso del tiempo juega en contra del relato, que se ve muy desfasado en éste 2013 en lo que a FX se refiere, y que para mí es el más flojo de los que podemos encontrar en toda la cinta.

Concluyendo, me parece una buena recopilación aunque como bien comentaba antes, al no tener hilo conductor central que vaya hilvanando todas las historias, se me hace un poco extraño poder concebirla como una película al uso.
Creo que si a estas alturas estáis leyendo esto, es porque sabéis que os podéis encontrar porque sois consumidores habituales del género; siendo así os espera un buen rato entretenido sin más. No es una maravilla, pero al menos se merece una oportunidad.


NOTA 6’5/10