miércoles, 20 de febrero de 2013

DE CINE: PREMUTOS (PREMUTOS, DER GEFALLENE ENGEL, OLAF ITTENBACH 1997)

Año: 1997
País: Alemania
Duración: 110 min
Director: Olaf Ittenbach

Ficha completa AQUÍ

ARGUMENTO
India, 1231 aC. Unos guerreros indios se enfrentan con unas criaturas extrañas. En medio de esta batalla aparece de entre los muertos Premutos, un anti-Dios. El presente: Mathias es el hijo de una familia muy particular: un padre fetichista y una hermana con gustos sexuales peculiares. Él hace tiempo que sufre visiones en las que se desplaza a diferentes épocas y escenarios, y pronto descubrirá que él es el escogido, el hijo de Premutos. Cuando está en trance, Mathias se transforma en diversas criaturas monstruosas.

COMENTARIO
“Has bajado del cielo, resplandeciente hijo de la Aurora...
Estás tendido en el suelo...Tú, vencedor de los pueblos...
Lucifer no fué el primer ángel caído,
Jonás sufrió mucho antes el mismo destino,
y con anterioridad fue Premutos quien tuvo que separarse del lado de dios...
Premutos fué el más viejo de su estirpe, el soberano de la vida y la muerte
Reencarnado regresará a la tierra...
Para sembrar la enfermedad, el odio, la muerte y el pecado”


Premutos es otra de las películas que llevo queriendo comentar desde que arranqué con el blog, es una de las imprescindibles del género marginal denominado ultragore alemán y que en una bitácora enfermiza como la mía no puede faltar. Se trata de la primera película de Olaf Ittenbach salida para cine, donde se aprecia un mayor presupuesto, mejores condiciones y en general más experiencia que en sus dos anteriores trabajos, The burning moon y Black past. Pero ojo, no por esto último la peli es una maravilla, yo diría más bien lo contrario, Premutos está llena de fallos por todas partes, un guión irregular e inconexo y actuaciones más malas que pegarle a un padre con un calcetín “sudao”; marca de la casa de éste singular director.
Dicho de otro modo, que la peli de marras cuente con más presupuesto que la inmensa mayoría de cintas del género no la exime, para nada, de ser horrorosamente cutre. Otra cosa es que os pase como a mí, y adoréis todo el cutrerío que destila, ahí ya os puedo asegurar que no tenéis remedio y sólo podéis ir a peor, palabra.

El mayor problema que puedo apreciar en Premutos es la falta de un argumento sólido. La he visto unas cuantas veces y siempre encuentro los mismos fallos narrativos, que de tanto querer hacer una experiencia onírica finalmente se consigue enturbiar el conjunto y despistar al buen espectador, que no sabe muy bien lo que está pasando (aunque tampoco importe mucho).
A la India de 1231 aC nos moveremos después de pulsar el botón de play, donde veremos como el anti-dios Premutos vuelve a la vida para escamochar todo lo que pille por delante y sembrar el caos, la destrucción, la muerte, la enfermedad, el reggaetón y todas esas cosas propias de anti-dioses de aquellos años. Una batalla campal, litros de sangre por aquí, amputaciones por allá, cabezas rodando como pelotas de fútbol... pero parece ser que no era el momento más adecuado para liarla parda, así que el resurgimiento resulta ser un gatillazo de padre y muy señor mío, y “Premu” tendrá que esperar otra ocasión para poder esparcir su maldad.
Lo siguiente que veremos será otro flashback, y esta vez en la Alemania de los años 40; mientras la WWII se desarrollaba en todo su apogeo, un singular campesino llamado Rudolf intenta desesperadamente tomar el legado de Premutos para conseguir una fórmula que permita a su amada esposa (o hija, porque en tamaño estado de descomposición poco se puede apreciar la edad) volver a caminar junto a los vivos. Nuevamente, funestos resultados en la empresa, más muerte, más vísceras e higadillos y mucho, mucho gore. Al pobre de Premutos le estaba costando lo suyo dejarse caer por nuestro mundo...
Ya en el año 1997, un señor, Walter, desentierra un fardo de su jardín mientras se disponía a plantar un pino. No, malpensados, cuando digo plantar un pino me refiero a un Pinus Sylvestris, no a soltar un truño entre los rosales.
El fardo en cuestión contiene un libro antiguo y unas botellitas de un líquido amarillo y viscoso, que Mathias, hijo de Walter, empieza a curiosear sin saber las consecuencias que aquello traerá consigo. El libro cuenta la historia, como no podía ser de otra forma, de Premutos, y el potingue amarillento son restos de los experimentos de Rudolf, aquel campesino grillado muerto en extrañas circunstancias. Accidentalmente, a Mathias se le derrama algo del extraño ungüento sobre el nardo, lo que hace que al fin el anti-dios pueda asomarse al fin a nuestro plano existencial para condenar el mundo a una inminente destrucción.
Así pues, comenzarán a aparecer toda suerte de zombies creciendo en número exponencialmente y sin control y lo primero que se me viene a la mente es Romero con su “Night of the living dead”.
Analizando la peli con detenimiento, vale la pena pararse a diseccionar el cuadro de la familia protagonista. Tenemos a Mathias, el joven en que se reencarna Premutos, que sufre visiones cuando se queda inconsciente, y dichos “viajes” lo transportan a diversas épocas y escenarios que nada tienen que ver con la trama principal. También circulan en el núcleo familiar una madre florero que no aporta nada, y una hermana, más fea que una mierda, con tendencias sexuales sadomasoquistas. Pero el mejor sin duda es Walter, el cabeza de familia, que es todo un flipado de la vida militar y las armas e inclusive a su torpe hijo lo denomina “soldado”.
Personalmente, si yo me hubiera visto en la situación de Ittenbach, habría otorgado más importancia al papel de Walter, inclinando un poco más el peso del argumento en su dirección. Principalmente le habría concedido más frases y comentarios graciosos, porque el personaje daba mucho juego y se le explota muy poco. Mítico su comentario de “A mí no me jodéis  la fiesta, aunque sea una mierda”, o aquel otro sobre los zombies “Asquerosos melenudos, gentuza sin trabajo, ni disciplina, ni orden...”. Joder, si al final de la peli se puede ver que guarda entre su colección de armas... ¡Un tanque!.  Podíamos haber hablado de una especie de Lionel de Braindead o Ash de Evil Dead en versión alemana, aunque como comentaba antes se queda a medio camino de la excelencia. Una lástima.
También me parece reseñable la historia de amor entre Tanja y Hugo, él subyugado por su horrible y anodina esposa y ella hace el papel de “guapa”, que en realidad no lo es tanto. Joder, no me explico como todos los que salen en esta película son tan jodidamente horrendos. Vale que servidor no es un adonis, pero coño, no se si serán los alemanes en general, pero vaya gente más fea y horrenda aparece en ésta película; no se salva ni uno. Si además supieran actuar sería perfecto, pero a la fealdad del reparto se suman unas nulas dotes interpretativas que oscilan hacia la sobreactuación, y que pueden conseguir dos efectos tan antagónicos como dispares: o te partes la polla más que con cualquier comedia que hayas visto en tu vida, o aborreces este film para siempre. No existen medias tintas.
Los FX a mí se me antojan brutales, como marcan los cánones de semejante subgénero infecto. Todo artesanal, gore y sangre a espuertas aderezado con un singular sentido del humor que resulta una delicia para los sentidos. Ittenbach no se corta un duro en presentar todo tipo de muertes truculentas y variopintas, llega un momento en el que puede hasta a llegar excesivo. No obstante, Premutos ostenta uno de los mayores bodycounts de la historia del cine: nada más y nada menos que 139 muertes son las que podremos ver en pantalla. Haciendo un cálculo rápido, tenemos un metraje que dura alrededor de 110 minutos, lo que ya de por sí es un huevo para una película de tales características; así que se nos queda una media de... ¡ 1,2 muertes por minuto! teniendo en cuenta que a la mitad, el film se vuelve lento, para resurgir cual ave fénix en los compases finales, podemos decir que el clímax es toda una orgía de destrucción, muerte, mala hostia y descojono asegurado... ¿Quién da más?.
Después de ésto, Olaf Ittenbach dejó un poco de lado sus orígenes y se ha mantenido alejado del gore más extremo, arrastrándose por producciones nada remarcables. Por suerte, nos dejó ésta, su ópera magna, para gusto y disfrute de los fans de lo más casposo, enfermizo y cutre.
No está de más que le echéis un vistazo, sobre todo si no la conocéis, y si sois seguidores del cine de Schaas o Buttgereit, puedo asegurar que no os defraudará en absoluto.

NOTA: 8/10

2 comentarios:

  1. En Rambo son 79 muertos y en Rambo II, 89 rusos, dos docenas de afganos y algún boina verde americano cuando capturan a Trauman.

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  2. Gran peli en verdad. Da con creces lo que promete. Sangre, gore y diversión. Grande Olaff!!!!

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