martes, 29 de enero de 2013

DE CINE: ZOMBIE, EL AMANECER DE LOS MUERTOS VIVIENTES (1978)

Año: 1978
País: USA
Duración: 126 min
Director: George Romero
 

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                                    ARGUMENTO
La epidemia que hace resucitar a los muertos convertidos en seres ávidos de carne humana se ha extendido, llegando al punto en el que varias ciudades han quedado prácticamente desiertas. Los supervivientes deben refugiarse en zonas militares ya que los zombies no dudan en acabar con sus propios familiares... Continuación del clásico de horror de George A. Romero "La noche de los muertos vivientes

                                    COMENTARIO
Mucho no, muchísimo se ha escrito ya de ésta película hoy en día, 35 años después. Yo no voy a aportar nada nuevo, soy consciente de ello, ya que internet está a rebosar de información y hay toda una legión de bitácoras en la blogsfera con reviews maravillosas de gente que sabe bastante más de cine que un servidor.

No obstante, ¿Cómo resistirse a comentar una obra maestra del cine de terror en general y la mejor película del subgénero zombie en particular? Desde luego, es un film que he visto en innumerables ocasiones y siempre consigue maravillarme y estremecerme a partes iguales. Y curiosamente, pese a ser una de las películas que más he revisionado desde que era apenas un chavalín imberbe, me resulta tremendamente complejo el ponerme a desgranar un trabajo así como éste se merece. Si me preguntáis por qué, os diré que todo va más allá de seres putrefactos caminando sin rumbo fijo; “Zombi” contiene una fuerte crítica política, al racismo y al consumismo que se puede apreciar a lo largo de todo el metraje. 
George Romero siempre ha profesado una inclinación política por las tendencias de la izquierda y, creedme, esto está plagado de referencias que así lo atestiguan. Pero, como dijo Jack el destripador, vamos por partes... os espera un tocho de cojones.
Si hago memoria, los primeros recuerdos que tengo de la secuela del clásico por antonomasia “La noche de los muertos vivientes” son de cuando debería tener siete u ocho años. Mi señor padre siempre ha sido consumidor de todo tipo de películas basura (de tal palo tal astilla, como se suele decir) y a mí me encantaba sentarme a su lado y verlas con él. Como cualquier hijo de vecino me giñaba patas abajo con todo momento terrorífico; la diferencia es que mi viejo me iba explicando las escenas y cómo las hacían, y eso permitía que el miedo perdiera terreno frente a la natural curiosidad infantil que se apoderaba de mí con cada una de nuestras sesiones cinéfilas. Pero había ocasiones en las que consideraba que determinados films eran demasiado fuertes para un crío, y me enviaba al salón de mi casa donde tenía que tragarme “lo que necesitas es amor” o cualquier bodrio del estilo que veían mi madre y mi hermana en el otro aparato de televisión que teníamos.

Y en concreto fue uno de esos días cuando tuve consciencia de que “zombi” existía. Pese a resistirme de todas las maneras, jurar y perjurar que no me asustaría y probar mis mejores artimañas, mi viejo mantuvo una fuerte negativa. “Cuando seas mayor”, me decía, y aquello me cabreaba un montón. Como bien sabréis, no hay nada que cree mayor fascinación a un niño que la prohibición, así que al rato volví y asomé uno de mis ojos por el hueco de la puerta con la intención de ver aunque sólo fueran unos segundos de aquella barbaridad. Recuerdo una serie de individuos de rostro azul apelotonados frente a una puerta de cristal, arañando el aire con mirada perdida.
¡Hostia puta! cinco segundos de visionado me costaron un mes entero de no atreverme a salir al pasillo de noche, por miedo de que alguno de aquellos seres pudiera estar aguardando en la oscuridad. Si hubiera llegado a ver la película entera creo que me hubiera dado un infarto o algo así.

Esa escena se grabó a fuego en mi mente y la evoqué bastantes veces a lo largo de la pubertad. ¿Quiénes serían aquellas personas con la cara color pitufo? ¿Por qué estaban allí? ¿Qué hacían con los ojos idos, deambulando sin control? joder, cuanto misterio...
No fue hasta mis trece años que tuve ocasión de alquilarla en vhs, y posteriormente comprarsela al dueño del videoclub después de una decena de rentas y mucho insistir. Y lo máximo fue cuando la conseguí en DVD de oferta algún tiempo después, con unos extras de puta madre y una calidad increíble, sobre todo teniendo en cuenta que siempre la había visto en una cinta de vídeo más gastada que la piedra del mechero de Bob Marley.
Por cierto, dicho DVD se lo presté a un amigo que tenía por la época y al que nunca más volví a ver el pelo, jamás me cogió las llamadas ni me respondió a los mails. Así que, querido ex amigo, en el remotísimo caso que estuvieras leyendo esta review, que lo dudo, espero que te metas el jodido disco por el culo y te mueras de una hemorragia rectal por hijo de puta.

Si en la primera parte de la los hechos ocurrían en su mayor parte en una casa particular, para la segunda entrega George Romero, tras mucho pensar, acabó escogiendo un centro comercial como escenario principal después de una visita a uno de ellos para realizar unas compras con su señora esposa. Es evidente que aquí trató de ofrecer una nueva vuelta de tuerca y lo consiguió, magnificando desde el entorno hasta los personajes pasando por el componente político. Con “zombie” se asentaron todos los cánones que marcarían la historia de un género que estaba por venir y sería explotado hasta la saciedad, para caer después en el más absoluto olvido y posteriormente resurgir con fuerza, pues hace unos cuantos años que vienen estando de moda otra vez nuestros amigos putrefactos; no ya sólo en el cine sino también en la literatura, videojuegos y series.
Y si nos lanzamos de cabeza a la piscina, la trama nos cuenta lo siguiente:
No se sabe cómo, ni porqué, pero los muertos están volviendo a la vida. Se habla de contagios infecciosos por mordidas de unos seres que no están vivos pero se mantienen en una especie de estado consciente en el que les mueve su instinto más primario, la necesidad de alimentarse. El mundo entero está sucumbiendo a estos hechos sin poder hacer nada para evitarlo, los expertos y los comités de sabios que se hallan parapetados en ocultas fortificaciones tienen teorías y protocolos de actuación muy diversos y de índole absolutamente contraria.
Por un lado, tenemos a los que sostienen la teoría de la eliminación de los no muertos de forma  inminente mientras aún no sea demasiado tarde, y en contrapartida están los que defienden que incluso se debería alimentar a los zombies. Como podéis ver, son los reflejos puramente realistas de una sociedad llevada al límite y superada por las circunstancias.

En medio de todo este embrollo se encuentran Peter (Ken Foree) y Roger (Scott H. Reiniger) que son dos miembros de una unidad de fuerzas especiales de la policía americana. Se han conocido en un asalto a un bloque de edificios de los suburbios, plagado de zombies por todas partes.
Roger ofrece a Peter la posibilidad de marcharse de la ciudad mediante un amigo suyo que es piloto de helicópteros, a lo que Peter acepta sin titubear. Así pues, se escapan junto con el piloto, de nombre Stephen (David Emge) y su parienta, una rubita que por la época estaba de muy buen ver llamada Francine (Gaylenn Ross). El cuarteto se desplaza a la deriva por los aires hasta que llegan al tejado de un inmenso centro comercial y deciden establecerse allí para explotar las enormes capacidades de supervivencia que el edificio les ofrece.
Evidentemente, aquel exagerado y mamotrético centro comercial está lleno de zombies hasta la bandera, así que tendrán que asegurar todos los accesos y después eliminar a los caminantes que pululan en su interior. Aquí podremos observar más de cerca a los zombies y su forma de actuar, su comportamiento errático que se escapa a todo razonamiento comprensible y que en el fondo no es más que un reflejo residual de una serie de conductas rutinarias de las que eran partícipes en su estado de vida anterior.

Y lo cierto es que esa relativa paz y seguridad les dura poco tiempo, aunque a priori parezca que se va a ver comprometida por las hordas de engendros podridos que asedian el lugar, lo cierto es que nada más lejos de la realidad. En concreto será una banda de saqueadores profesionales cabalgando en sus motocicletas, que aunque no se deja ver a las claras a mí me da la impresión de que se trata de Hell Angels en toda regla.
Los moteros irrumpirán en el centro comercial llevándose todo lo que puedan por delante, poniendo en serio peligro la estabilidad que Peter y compañía se han ganado por sus propios medios con ingentes cantidades de esfuerzo, y obligándoles a emprender de nuevo una huída... si es que logran sobrevivir, obviamente.

Es innegable que las películas de zombies han sufrido una brutal evolución técnica en todos estos años, tanto en maquillajes como en efectos especiales; pero ésta fue la primera en plantear un horror y una sensación de abandono y claustrofobia tan depurada. George Romero también supo proporcionar ciertos guiños y toques de humor extremadamente estudiados (el detalle del zombie Hare Krishna, por ejemplo) en medio de una acción sin tregua y un ritmo endiablado. Y ya que hablamos de ritmo, no está de más comentar que existen varias versiones de Zombie, algunas con más minutos y otras con muchas escenas cortadas que hace que algunos momentos no se entiendan del todo. Son 115 minutos en la versión europea, mientras que la americana ofrece 125 (largo eh, para tratarse de una peli de muertos vivientes) y hasta hay un montaje del director que dura.. 140 minutos!! de estos datos no tenía noticia, hasta que consulté el blog de mi amigo Raúl Cifuentes (horrorelhorror.blogspot.com) a quien considero uno de los mejores críticos de cine de terror fantástico que hay en nuestro país ahora mismo y recomiendo que visitéis su blog como mínimo un par de veces a la semana.
En el apartado de las interpretaciones podemos hablar de actores de gran calidad, sobre todo Ken Foree en su papel de Peter. Encarna a un líder carismático, de sangre fría, sabe cómo actuar y anticiparse a las jugadas, no tiene pánico a los zombies pero tampoco los subestima... desde luego es una pena que Foree no saliera de la serie B en su puta vida, porque actúa muchísimo mejor que la mayoría de protagonistas de películas de ·”terror” de hoy día. Antes de que se me olvide, también podemos verle en el remake de 2004 de esta misma cinta, haciendo de tele predicador y repitiendo una de las frases que hicieron famosa a “Zombie”: cuando en el infierno ya no queda sitio, los muertos salen de sus tumbas y vuelven a la tierra...”
La banda sonora es sin duda otro de los puntos fuertes del film, los italianos Goblin, colaboradores habituales de Dario Argento (quien también estuvo rondando por la peli, y que después aprovecharía el tirón con su secuela bastarda italiana que se tituló sin pudor “Zombie 2”) fueron los encargados de aportar su música y como siempre, encaja con las imágenes fantásticamente. Aunque tengo entendido que en la versión americana Romero dejó de lado la banda sonora de los paninis y la sustituyó por otra... una pena, sin duda.

Si nos detenemos a examinar los efectos especiales, encontraremos geniales y macarras desmembramientos donde destaca una sangre color rojo brillante, por cortesía del tremendo Tom Savini quien por cierto se interpreta a sí mismo en un rol de saqueador motero hijo de puta que demuestra que también podía desenvolverse con soltura en un cuadro interpretativo.
Como anécdota curiosa, decir que el film se rodó en su mayor parte en un centro comercial llamado Monroeville Mall situado en Pittsburg, y que se mantuvo operativo y abierto al público a lo largo de todo el rodaje. El equipo comenzaba a trabajar a las 10 de la noche cuando cerraban puertas, hasta que abrían a las 6 de la mañana; y las escenas que transcurrían de día fueron rodadas en domingo. Según leí en una  entrevista una vez, les pilló por el medio la época de navidad y tenían que darse el currazo de quitar todos los elementos decorativos propios de dichas festividades, para después volverlos a colocar antes de que llegaran clientes a realizar sus compras matutinas.
Para acabar esta mega review, no me podía dejar en el tintero las cifras que giraban en torno a la película. Zombie costó 1.500.000 $ y terminó recaudando en todo el mundo... 55.000.000 de dólares!! si tenemos en cuenta que no dejaba de ser una serie B con poquitos medios, y que por la época había mastodontes como Tiburón que duplicaban el presupuesto de esta exponencialmente... pues podemos hablar de todo un triunfo.
Para todos los que vais de sibaritas y entendidos del género, si no habéis visto Zombie y las demás de la saga, vuestra opinión para mí no vale un cojón de mono; estoy harto de leer por ahí que si es chapucera, los zombies con el jeto azul están anticuados y provocan poco impacto...iros a cagar. Aun con sus fallos (que los tiene, por supuesto) esta es una película sobresaliente, y objetivo del primer 10 en los tres meses de vida que tiene mi blog. Sobre todo porque nos hace pensar que hay que temer más a los vivos que a los muertos, y que el peor enemigo del ser humano es precisamente... el ser humano.
Podéis correr, podéis gritar, podéis aullar... pero no podréis escapar.

NOTA 10/10

domingo, 27 de enero de 2013

DE CINE: THE ABOMINATION

Año: 1986
País: USA
Duración: 100  min
Director: Bret McCormick


                                         ARGUMENTO
Una mujer de mediana edad es diagnosticada con un tumor por un carismático predicador. Un día, ella vomita el tumor, y entonces ese tumor se empieza a convertir en una especie de criatura carnívora que no tardará en reproducirse.

                                         COMENTARIO
Hay películas que se pueden ver en tecnología 3D. Evidentemente no es el caso de esta, que tiene su propio formato de visionado al que he decidido denominar “3C”, porque tres es el número adecuado de canutos que te tienes que fumar si eres lo suficientemente masoquista (cosa que dudo) como para ver “The abomination”.
The Abomination constituye por sí misma toda una rareza dentro de la serie Z de los años 80, a día de hoy prácticamente imposible de conseguir y de la que no existe aparentemente información alguna ni referencias en la red de redes. ¿Y entonces el colgado este de dónde la ha sacado? será lo que os estéis preguntando ahora mismo; incógnita que os resolveré gustosamente.

Hace unos años, no recuerdo exactamente cuántos, mantenía contacto por correspondencia (si, lo de los sobrecicos y las estampitas con la jeta de Juan Carlos I) con una serie de grillados del más alto nivel con los que intercambiaba sin control toda suerte de artículos de dudosa calidad. Desde Vhs de quinta mano polvorientos o revistas y fanzines de cine cutre hasta maravillosos CDR de 700 MB llenos de películas de las que en mi puta vida había oído hablar.
Era lo que se conocía como “trade”, uno mandaba a otro por correo un determinado material y el otro a cambio devolvía el favor mandando al primero cosas por el mismo valor que las que había recibido. Hace diez u once años internet se utilizaba primariamente para ver domingas siliconadas cuya carga de imagen se realizaba en intervalos de treinta segundos, por consiguiente aquello de bajarse una película era todo un privilegio reservado sólo aquellos que pudieran permitirse el lujo de gozar de una conexión de alta velocidad.
Así que los frikis (sobre todos los aislados en pueblos desérticos e incomunicados, como era mi caso) nos dedicábamos a enviarnos unos a otros la mayor cantidad de mierda que podíamos recopilar, formando una especie de megaupload o emule físico donde la filosofía del trueque funcionaba de maravilla. Y es así como “The abomination” apareció un buen día, en un discreto paquete, por mi casa.
Empezaré comentando algo que ya os imagináis: es un jodido y absoluto desastre, pero tiene su gracia. Es como si yo, sin tener ni puta idea de cine ni de actuar, trincara una cámara por banda, unos cuantos colegas, los despojos de la charcutería de mi barrio, pintura roja, papel de manualidades y tela y me dispusiera a rodar un largometraje. Y por supuesto, con un argumento que cupiera escrito entero en una cajita de cerillas.

Nos colocaremos en la piel de Cody, un chaval en la mitad de la veintena que curra en un taller mecánico. La madre de Cody es una señora de mediana edad que está “un poco pallá”, o como una jodida regadera dicho de otro modo; la pobre está obsesionada con un reverendo que aparece dando sermones en TV, el “hermano Fogg” (no, no creo que sea primo de Willy Fogg).
Sara, que así se llama la beata, tiene un tumor y está plenamente convencida de que el hermano Fogg la puede sanar de tan devastadora dolencia con tan sólo posarse encima del televisor mientras él recita unos salmos.
El caso es que Sara regurgita esa especie de tumor una noche, y con toda la tranquilidad del mundo lo tira al cubo de basura de la cocina. El tumor, que está vivo y es muy listo, sale por sus propios medios hasta llegar a la habitación de Cody, trepa por la pata de la cama y se le introduce por la boca.
Como veréis, no sólo tenemos un fantástico tumor con nociones básicas de alpinismo, sino además un gilipollas al que es capaz de entrarle un objeto por la boca del tamaño de una pelota de tenis y ni siquiera inmutarse o despertarse, ¡Es maravilloso!.
Y aquí es cuando vamos a flipar en colores con el panorama, porque resulta que el tumorcito de los cojones controla la mente de Cody y además se reproduce, partiéndose en mitosis y generando gran cantidad de masas de carne y tejido muscular sanguinolento que se irán repartiendo por toda la casa y creciendo cada día. Así que tenemos a uno en la secadora, otro en el armario de la cocina, un tercero nen el armario del baño... que cada día crecen más y necesitan más comida. Como no podía ser de otra forma, será el majo de Cody el encargado de abastecer de alimento (puramente humano)  a todos los descendientes de aquel primer tumor que se han quedado de okupas en su casa.


En la mayoría de los aspectos, “the abomination” parece totalmente salida de la Alemania más underground, ya que comparte todas las características del denominado “Ultragore” que se empezó a gestar por aquellas tierras hace ya unas décadas;aunque se diferencia por el componente onírico de la narración, que la hace algo más original que la mayoría de las teutonas. Sangre con un tono más rosado que rojizo, mucha casquería, planos excesivamente largos que no aportan nada, actuaciones que no valen un duro... Pero ¿y los monstruos? Eso es lo mejor del “film” sin ningún género de duda. Ni animatronics ni hostias, eso es muy caro, una especie de marionetas de tela y tira que te vas, moreno...
Llegando al final, podemos decir que es otra de esas pelis no aptas para todo el mundo, sólo para aquellos que de antemano saben lo que van a encontrar y anden buscando un producto así. Supongo que hoy en día será más fácil de conseguir que antes, pero si queréis verla y no la localizáis poneros en contacto conmigo y os diré dónde encontrarla.

 NOTA 4/10

sábado, 26 de enero de 2013

DE CINE: CREEPSHOW 2

Año: 1987
País: USA
Duración: 90 min
Director: Michael Gornick
 

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                                        ARGUMENTO
Un niño de trece años de edad llamado Billy, espera la llegada del último número de "Creepshow", junto con un espíritu macabro llamado Creep, que le cuenta sus últimos cuentos de terror. En "El Viejo Cabeza de Madera", tres delincuentes asesinan a los propietarios de una tienda en cuya puerta se encuentra el totem de un viejo jefe indio, estatua que será profanada durante el asalto.

                                        COMENTARIO
Ya estoy de vuelta!! No, no he desaparecido en combate ni abandonado el blog. Últimamente he estado de exámenes y he tenido algunos problemillas que me han obligado a mantenerme alejado de mi “bitácora” (que cool que suena,  por dioh) pero he regresado para seguir comentando una por una todas aquellas películas infectas que poblaban las estanterías de los videoclubs hace un par de décadas.
Vamos a ponernos los guantes de látex y a pillar el escalpelo para diseccionar otro de esos cadáveres en imágenes, la secuela de la gran Creepshow (o Crihsou, como se conoce en mi tierra). Interesante y entretenida, esta segunda parte se compone de tan sólo tres historias y una cuarta que hace de nexo de unión entre ellas, aunque originalmente tengo entendido que estaba planeado filmar cinco segmentos; cosa que por temas de presupuesto no se pudo hacer.
De primeras tenemos un inicio cojonudo, donde un Tom Savini maqueado y caracterizado al estilo Creepy aparece en un camión repartiendo unos cómics a un crío en bicicleta que espera pacientemente. Después de unas cuantas escenas hace aparición el ya tan característico formato de dibujos animados y nos vamos de cabeza al lejano oeste a degustar la primera historia.
“El viejo jefe cabeza de madera” es el pistoletazo de salida de la película y aunque repleta de clichés, la encuentro amena y bien narrada. Trata de una pareja de ancianos que son propietarios de un negocio de ultramarinos en un decadente pueblecito perdido en algún lugar del desierto americano. Ray, el dueño del establecimiento, tiene problemas de impago con una tribu autóctona del lugar y su mujer le insiste para que deje de fiarles artículos. No obstante él es consciente de que son malos tiempos para todos y defiende la idea de que hay que confiar en los nativos, ya saldarán sus deudas más adelante.
Por leyes del destino aparece por el local Ben Lunablanca, el jefe supremo de la tribu, portando un fardo con un contenido inesperado: los tesoros más valiosos para su pueblo, valorados en miles de dólares. Ben comenta a Ray que si en dos años no han pagado sus cuentas pasará a ser el propietario del fardo con todo lo que hay en su interior. Y después de esta demostración de buen hacer, confianza y fomento de la multiculturalidad... viene un gilipollas y lo jode todo.
Sam Lunablanca, sobrino del jefe de la tribu entra en la tienda para pegar un palo y de paso “recuperar” los tesoros que su tío ha dejado allí. Es el típico chulo guaperas, que con dos compañeros de fechorías (un niño pijo y un gordo estúpido) pretende mangar todo lo que pueda a Ray y su mujer para darse el piro a Hollywood y triunfar en una maravillosa carrera como actor.
Pero el robo se acaba truncando en algo mucho peor cuando acaban disparando por accidente a la dueña del negocio, y por consiguiente a Ray por aquello de no dejar testigos. Cogen lo que quieren de la tienda y se van cada uno a su casa a prepararse para emprender rumbo a Los Ángeles aquella misma noche.
Es entonces cuando cobra vida un viejo indio de madera que había estado siempre a la entrada de la tienda e irá en busca y captura de los tres asesinos para brindarles una muerte atroz y despiadada. Buenos efectos especiales pese a que el indio se intuye en la mayoría de las ocasiones; en el fondo es un slasher normal y corriente pero con elementos sobrenaturales.

“La balsa” es el segundo corte de la peli y a mi juicio el relato más interesante. Dos chicos y dos chicas jóvenes se disponen a pasar un rato agradable en un lago apartado, en el que se encuentra una balsa flotando a la deriva. Después de nadar un rato y situarse en la balsa de marras, aparece una mancha negra de consistencia parecida al petróleo y se sitúa debajo de ellos. Todo sería perfectamente normal si no fuera porque la jodida manchita parece tener vida propia e intenciones homicidas.
La balsa goza de muy buenas actuaciones, dotadas de una credibilidad que ciertamente se agradece en este tipo de cine. Las muertes están bien planteadas y son originales, y el final es bastante retorcido e inesperado.

“El autoestopista” cierra el séquito, sin género de duda la más floja y aburrida de las tres. Aquí el dilema de la moralidad e infidelidad hace aparición en una historia en la que una mujer se encuentra gozando de los honorarios de un amante por horas, un gigoló si lo preferís. La buena señora entre orgasmo y orgasmo no se  ha coscao de que va a llegar tarde a casa y su marido se va a oler la tostada, así que sale como alma que lleva el diablo en dirección a su tierno hogar.
Pero con las prisas, la recién follada mujer atropella a un indigente que hacía autostop en una carretera solitaria, y en una oda al sin-sentido común decide omitir las labores de auxilio en carretera y salir por piernas del lugar. Entonces el autostopista, convertido ya en cadáver viviente, saldrá en pos de la adúltera persiguiéndola sin descanso.
Lo más destacable, el maquillaje del atropellado porque consigue dar mucho mal rollo, aunque en el resultado final no se llega a crear una situación de agobio y tensión. También podremos ver al buen Stephen King haciendo un cameo como camionero.
Concluyendo, eso de que segundas partes nunca fueron buenas no se cumple del todo con Creepshow 2. Cierto es que no llega al nivel de la primera, pero es una más que digna y divertida continuación que nadie debería perderse.
Dedico esta review a mi gran amigo y hermano Oscar Reka, a ver si es verdad que lee mi blog aunque le parezca una mierda podrida llena de gusanos.

NOTA 8/10

lunes, 21 de enero de 2013

DE CINE: HISTORIA DE RICKY (STORY OF RICKY)


Año:1991
País:China
Duración: 91 min
Director: Ngai Kai Lam
 

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                                       ARGUMENTO
Basada en el manga Riki-Oh, la acción transcurre en el año 2002 cuando Ricky es enviado a una prisión futurista por equivocación. Allí, no puede controlar su ira ante el cruel trato que los presos reciben de Cobra, un malvado guardián cuyos compinches son los peores elementos de la prisión. Cuando Ricky empieza a investigar, sus amigos aparecen brutalmente apalizados y habiendo sido torturados hasta morir.

                                       COMENTARIO
Bueno, bueno... vamos que nos vamos. Ya tenía yo ganas de pararme a comentar ésta peli, y a tenor de una petición de mi amigo y compañero de fatigas fanzineras Dani Krudo (no se si te acordarás, pero aquí esta la review, tunante) ayer mismito después de cenar metí el dvd en el reproductor y brindé a mis ojos un festín de serie b, gore y bizarradas.
Hablar de la Historia de Ricky es hablar de otra de esas películas que nunca han tenido ningún reconocimiento y se han quedado en el más absoluto olvido, pasto de blogs cutres como el mío donde algún friki tenga a bien dedicarle algunas líneas.
Siempre lo comento, pero es que estoy completamente convencido de que cuando se trata de cine gore y casposo los asiáticos se llevan todos los galardones. La historia de Ricky nos mezcla el cine de artes marciales de tercera línea de videoclub con el gore más cafre, hipnótico y poco ortodoxo.
Si empezamos a mirar con algo de detenimiento, descubriremos un guión (basado en un manga que nunca llegó a nuestro país, por cierto) totalmente plagado de incoherencias narrativas; fallos que por supuesto no nos impedirán disfrutar de la peli como se merece ya que el gran pro que tiene es no tomarse muy en serio a sí misma. Está hecha para entretener y para que el espectador pase una hora y media partiéndose de risa sin parar, si buscas una facturación técnica de primera categoría ya te aviso de antemano de que esto no es para tí.
Así pues, la acción nos sitúa en una cárcel china en un futuro incierto, donde han enviado al joven Ricky Oh por un crimen que cometió por pura venganza. Ya desde el inicio podemos ver que es un tío duro, pues una radiografía nos muestra cinco balas alojadas en su cavidad torácica que no quiso que los médicos extrajeran porque “son recuerdos”, según sus propias palabras.
Resulta que la institución penitenciaria opera de una forma un tanto singular, hay cuatro alas independientes (norte, sur, este y oeste) y cada una es controlada por una especie de jefe, que son los que parten el bacalao en lo que a artes marciales se refiere. Estos, a su vez, rinden cuentas a otros dos personajes que están por encima de ellos en la jerarquía del talego, el alcaide de la prisión y su ayudante.
Como si de un videojuego arcade se tratase, Ricky los irá eliminando progresivamente hasta llegar al “jefe final”, el alcaide, figura que es capaz de sufrir transformaciones (y qué transformaciones, amigos) a voluntad con el fin de aumentar su fuerza para los combates.
Decir que Ricky es una persona con una fuerza sobrehumana es quedarse muy corto. Es más que hercúleo, capaz de arrancar cabezas o mandíbulas de un puñetazo, o incluso de sacar las tripas de un golpe a un gordo de 200 kg. Puede atravesar puertas de acero y barrotes tranquilamente, y también está capacitado para anudarse los tendones del brazo de un bocado y seguir peleando.
Los fallos de guión son la risa máxima, palabra. En una escena se puede ver al ayudante del alcaide con una foto de la novia de Ricky en la mano, diciéndole que hará que la lleven allí y pasará un rato agradable con ella; hecho que hará que el joven súper hombre estalle en cólera. Pero vamos a ver... ¿no se supone que está en el talego por vengar la muerte de su novia? ¿Por qué se enfada así ante una amenaza como aquella? ¿es que la van a desenterrar para follarse al cadáver? Que me maten si lo entiendo... como esta muchas cagadas más en una trama incoherente a la par que descojonante.
Las actuaciones y las coreografías de artes marciales son capítulo a parte. No hay nadie, ni uno, que se digne a brindar una interpretación medianamente correcta; todo está ultra sobre actuado y estereotipado, a destacar el personaje del hijo del alcaide por repelente y asqueroso gordo hijo de perra.
Por otra parte, las escenas de lucha son cutres pero molan, imaginad cualquier peli de hostias de bajo presupuesto que hubiera añadido a sus golpes grandes cantidades de gore y sangre por un tubo. Algo así como aparear “karate kimura” con “braindead” y añadir los fatalities de mortal kombat, y que el resultado encima sea tan cojonudo como para enorgullecerse del engendro.
Y ahora viene lo bueno. ¿Por qué le pongo un 8,5 a una película que tiene muchas más deficiencias que virtudes? Porque es exagerada, delirante y brutal, porque es una película única en su especie y porque coño, lo que da Ricky son hostias y no las de Chuck Norris. Eso precisamente la convierte en un film de absoluto culto y todo un clásico del gore. Sin duda, por más cosas que diga, nunca llegaré a describirla como merece; así que ya sabéis... vale más una imagen que mil palabras.
NOTA 8’5/10

sábado, 19 de enero de 2013

DE CINE: EL DIABLO SOBRE RUEDAS


Año: 1971
País: USA
Duración: 91 min
Director: Steven Spielberg
 

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                                       ARGUMENTO
Cuando David intenta adelantar a un camión cisterna no se imagina que el conductor se lo tomará como una ofensa personal. A partir de ese momento, el diabólico camionero someterá a David a una persecución mortal...

                                       COMENTARIO
Planteado como telefilm, os brindo hoy un pedazo de ópera a prima a dos bandas de dos pedazo de monstruos, Steven Spielberg y Richard Matheson. Éste último es un grandísimo escritor que inundó nuestros hogares de fantásticas joyas literarias como “the omega man” o “la casa infernal”; siendo por cierto el autor que más ha influenciado a otra de las bestias del terror, llamada Stephen King.
Y vaya forma que tuvo el bueno de Spielberg de debutar en el mundo del cine, señores. Con sólo veintiún añitos parió una modesta producción que a la postre ha sido plagiada en innumerables ocasiones. Por lo visto el guión está sacado de una desagradable vivencia que sufrió el propio Matheson en sus carnecillas, encontrándose un camionero hijoputesco en la carretera que le dió algún que otro susto y un par de toquecitos en la carrocería de su coche.
En sí, el argumento no es más que lo que podéis leer en la sinopsis: un tipo normal y corriente, que adelanta un camión en una maniobra rutinaria y éste lo interpreta como una ofensa personal, llegando a perseguirlo incansablemente tratando de matarlo en varias ocasiones.
Y es que creo que con un presupuesto escaso, trece días de rodaje y algo tan simple como un camión y una carretera, sólo un jodido animal del celuloide podría conseguir reflejar miedo, agobio, angustia, opresión y mucho mal rollo concentrado. Quizás ese sea su mayor logro, la total simpleza. No digo que sea la perfección dentro del séptimo arte, tampoco nos llamemos a engaño, pero sí que sin duda se puede entrever al genio que dirigiría tantas películas míticas y se encumbraría como uno de los mejores directores del mundo.
Prácticamente desde el minuto uno, podemos sentir una tensión palpable que aumenta segundo a segundo, usando el miedo a lo que se intuye, lo que no se ve, como hilo conductor; tal como Steven hiciera unos años después con “Tiburón”, película con la que guarda más de un parecido que no comentaré para no joder mucho el argumento. Eso si no la habéis visto a estas alturas, cosa que dudo.
Carreteras interminables y con poco o ninguno tránsito, intriga constante que te mantendrá pegado al sillón sin necesidad de emplear giros argumentales innecesarios o efectismos pomposos.
También es cierto que Dennis weaver, el protagonista, es un actorazo increíble, porque en él recae todo el peso de la trama y consigue una interpretación absolutamente realista y maravillosa. Un tío que no es un experto en conducción temeraria, ni se ha visto en una movida igual en toda su vida que tendrá que poner a prueba sus nervios para mantenerse lejos de un enfermo cabrón que sólo quiere matarlo.
Podemos decir que “El diablo sobre ruedas” es la road movie por excelencia, donde en cada plano se aprecia el legado del mítico Alfred Hitchcock. En mi opinión resiste perfectamente el paso del tiempo, ningún remake podría derrocarla de donde se encuentra. Ya sea comprada, grabada, alquilada o descargada merece ser vista por lo menos una vez.

NOTA 8/10