Año: 1977
País: USA
Duración: 89 min
Director: Wes Craven
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ARGUMENTO
Camino de California, una típica família de clase media norteamericana sufre una avería en medio del desierto. A partir de ese momento, el viaje se tornará un calvario para ellos, intentando sobrevivir a una siniestra familia de caníbales...
A éstas alturas pocos seréis los que no conozcáis a Wes Craven, director muy prolífico en el campo del terror que nos ha brindado muy buenos ratos a los amantes del género. Entre “La última casa a la izquierda” y las aventuras del gran Fred Krueger, Craven filmó una película que con los años ha alcanzado el status de clásico e incluso generó secuelas y remakes. En honor a la verdad, he de decir que aunque para mí no es del todo mala, no la considero ni mucho menos una piedra angular del cine de terror debido a una serie de (muchas) deficiencias que se pueden apreciar a lo largo del metraje.
Tenemos a una familia típica americana de viaje en caravana por algún desierto perdido de los Estados Unidos en busca de una mina de plata. Ignorando las advertencias de un autóctono de no aproximarse demasiado a unas colinas que hay por allí cerca, no sólo se acercan, sino que se pierden y para colmo tienen un accidente en el que se les jode un palier del vehículo.
En éste punto, unos optan por separarse para buscar ayuda y otros por refugiarse en la caravana. Lo que no saben es que están siendo vigilados por una familia de “caníbales” completamente idos de la cabeza, que intentarán hacer todo lo posible para torturarlos y que finalmente formen parte de uno de los banquetes más siniestros que pueda imaginar un ser humano.
Si obviamos los paralelismos con la matanza de texas (ruralidad, canibalismo y seres deformes) nos queda una película oscura, muy cruda y opresiva aunque un tanto cutre.
La sensación de incomunicación e impotencia por parte de la familia “normal” está muy lograda (¿a quién vas a pedir ayuda en mitad del desierto?) y también sustos conseguidos, pero todo queda opacado por unas actuaciones cuasi amateurs de dos chicas inexpresivas y un par de metrosexuales de estética preochentera que a mí no me encajan en el film ni a mazazos.
Realmente no sé con certeza si Craven buscaba mezclar horror y humor negro, porque si era así no lo consiguió en absoluto. No entiendo muy bien tampoco lo que pretendía hacer con los caníbales, que se comunican entre ellos usando walkie-talkies bajo pseudónimos de planetas del sistema solar (marte, mercurio, plutón...) y lucen unos atuendos de trogloditas cazadores-recolectores, portando pieles, collares de hueso y viven en cavernas entre las colinas. El resultado, lejos de ser pintoresco, es más bien estrafalario; en conjunto da bastante penita. Vaya cagada antológica.
Por citar algo “bueno” de la peli, podemos decir que Craven optó por usar actores que padecían deformaciones reales en vez de maquillajes y prótesis, el calvete con la frente prominente y cara de ido da un mal rollo que te cagas, aunque el resultado final se difumina con tanto vestuario primitivo.
Se nota que es un film de bajo presupuesto, tanto por los actores, como por los decorados de cartón piedra. La idea de usar la enormidad de los desiertos de California como herramienta para crear tensión constante está bien planteada, pero mal desarrollada.
Sobrevalorada y a día de hoy ha perdido muchísimo, no obstante más de tres décadas no es poco tiempo precisamente. Si eres un fan de Craven y te quieres fusilar su filmografía, adelante. Si por el contrario quieres acción, sangre y terror... hazte con el remake, que está mucho mejor.
NOTA 5/10
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